martes, 9 de mayo de 2017

Psicoterapia breve, intensiva y de urgencia. PBIU

El perfil básico de la psicoterapia breve intensiva y de urgencia

1.    Cinco o seis sesiones de 50 minutos, una vez a la semana
2.    Sesión de seguimiento un mes después
3.    Anamnesis completa
4.    Una apreciación psicodinámica y estructural
5.    Consideración de los aspectos sociales y médicos
6.    Plan para áreas de intervención
7.    Plan para métodos de intervención
8.    Plan para la secuencia de las áreas y métodos de intervención
9.    Decisión sobre una terapia solo diádica o combinada con sesiones conjuntas o familiares
10. Consideraciones de condiciones favorecedoras como drogas u hospitalización breve


Se sugieren cinco sesiones porque este número parece adecuarse a la mayoría
de los pacientes. La sexta sesión, es de seguimiento.
Sugiero una duración de 50 minutos porque es lo que he usado en los últimos 40
años, parece ser la cantidad de tiempo necesaria y suficiente.
La anamnesis completa y apreciación dinámica y estructural se discuten con
detalle, en la sesión inicial.
Las consideraciones teóricas sociales, étnicas, económicas y de sistemas son, en
general, muy importantes, ya que determinan el estilo de comunicación que
deberá tenerse en mente con respecto a lo que es patológico y está dentro de la
norma para un paciente en particular. Estos factores pueden determinar las
formas de intervención y también ayudan a entender la patogénesis.
Los aspectos médicos incluyen la consideración de una serie de trastornos que
pueden presentarse como problemas psiquiátricos.
Las áreas y métodos de intervención, y la secuencia y métodos de las mismas, 
varían de paciente a paciente, aun si padecen la misma condición manifiesta. 

La sesión inicial
1.    Síntoma principal: La primera sesión es indudablemente la más importante y la que comprende el trabajo más duro para el terapeuta y el paciente.
2.    Evolución del síntoma principal: Después una anamnesis exhaustiva. Entrevista guiada, es decir, por las hipótesis de engranaje de la teoría psicoanalítica. Son por lo general un marco de referencia pero no deben conducir a una visión en túnel. Al preguntar los antecedentes, busco en especial los denominadores comunes entre el inicio del síntoma principal y situaciones anteriores en su vida.
3.    Síntomas secundarios: Importante explorar todas las áreas que pueden causar problemas al paciente y posiblemente tener alguna relación con el síntoma principal. Entrelazar el “insight” puede favorecer en gran medida el proceso terapéutico.
4.    Antecedentes personales: el terapeuta debe intentar visualizar a la persona que se encuentra frente a él en diferentes épocas de su vida, en especial en la infancia, en la actualidad dentro de la subcultura particular y en relación con las personas significativas en su vida. Además de la información sobre los padres, hermanos y sus respectivas edades, debe hacerse un intento por obtener ideas acerca de la atmósfera prevaleciente en su casa. En cada situación, es muy importante averiguar lo más que se pueda sobre los aspectos étnicos y culturales de la vida del paciente. Es importante ver a éste y a su problema en términos de la teoría de sistemas: familiar, etnicocultural y socioeconómico.
5.    Antecedentes familiares: La familia nuclear es la matriz dentro de la cual una persona crece y se desarrolla. Por tanto, es esencial entender las características de ésta que más han tenido efecto en la estructura del paciente. Es importante entender el medio y características familiares en diferentes épocas de la vida del paciente. Los antecedentes médicos y psiquiátricos de la familia del paciente son importantes. Es mejor visualizar al paciente en relación con la familia en diferentes etapas de su vida, tratar de entender la formación del carácter y personalidad, y la psicopatología en términos de la solución de problemas y conducta de imitación.
6.    Formulación dinámica y estructural: Evaluamos las tendencias y su conflicto e interacción con la realidad, el superyó y el yo. Queremos entender las defensas, qué tan bien trabajan, si trabajan en forma rígida, holgada o apropiada.
·         Evaluación de la función del Yo (EFY): La evaluación detallada de la función del yo es útil en el caso de personas muy perturbadas, o en especial psicóticos, donde uno puede elegir las funciones intactas del yo para apoyar las afectadas.



Los tres factores en la relación terapéutica:
7.    Transferencia: El sueño es un recurso importante, pero no el único para indicarnos la naturaleza de la relación transferencial. A partir de los antecedentes se debe intentar predecir cuál es la naturaleza de la· transferencia y qué problemas pueden anticiparse. Es importante mantener una transferencia positiva en la psicoterapia breve y así mismo dejar al paciente con ella. Una transferencia negativa deberá analizarse.
8.    Alianza terapéutica: Explicar al paciente que el éxito de la terapia depende en gran medida de la habilidad por parte de él para trabajar en alianza con el terapeuta. 

9.    Contrato terapéutico: Aun como parte de la primera sesión: además de preguntarle al paciente los antecedentes exhaustivamente y establecer las bases de relación transferencial y la alianza terapéutica también se establece una formulación del contrato terapéutico. Explico a los pacientes que espero seamos capaces de abordar y resolver sus problemas en cinco sesiones cada una de las cuales durará 50 minutos aproximadamente y en todos los casos saber acerca de ellos cerca de un mes después de la 5ta sesión, por teléfono o en persona, y me diga cómo se encuentra.
Se le comunica al paciente que lo mejor es permitir que el proceso terapéutico concluya en forma espontánea y que es mejor para él, dar a los resultados del tratamiento la oportunidad de solidificarse en vez de llamar a la primera vez que sienta alguna perturbación, quizá porque se sienta abandonado.          
En esencia, esto cubre
 el establecimiento de los tres aspectos del proceso terapéutico en la primera sesión de la terapia. 
10. Revisión y planeación: El terapeuta debe formular hipótesis respecto a la interacción de los factores genéticos, familiares, biológicos y médicos con las vivencias dentro del paciente. El terapeuta también debe decidirse por el mejor plan de tratamiento, entre tratamiento diádico, sesiones conjuntas, terapia familiar, de grupo, empleo de fármacos y de recursos comunitarios entre otros.
Al final de la sesión inicial, el terapeuta debe repasar para el paciente los rasgos sobresalientes. Esto ayuda a fortaleces la alianza terapéutica. También es útil, si se considera apropiado, que el terapeuta comunique algo de la naturaleza del proceso terapéutico.



SEGUNDA A SEXTA SESIÓN DE LA PSICOTERAPIA BREVE INTENSIVA Y DE URGENCIA
Segunda sesión
1.    Enlace con la primera
2.    Pensamientos sobre la sesión inicial, sueños, posición entre sesiones.
3.    Enlace de las sesiones para mantener el enfoque e incrementar el funcionamiento sintético - integrativo.
4.    Exploración adicional de sintomatología e historia.

Tercera sesión
1.    Enfoque especial para trabajar mediante insights previos
2.     Empiece a hablar sobre la separación inminente

Cuarta sesión
1.    Como en la sesión anterior, pero haciendo más énfasis en la terminación

Quinta sesión
1.    Haga que el paciente repase verbalmente todo el periodo de tratamiento
2.    Termine el tratamiento con un comentario positivo

Sexta sesión
1.    Sesión de seguimiento: evalúe los logros terapéuticos y decida si será necesario un trabajo posterior o no, deje al paciente con una transferencia positiva.


Segunda sesión
Se inicia preguntando al paciente como le ha ido en la semana de intervención y se debe tratar de conocer cualquier otro síntoma que pueda tener. Esta sesión con frecuencia proporciona datos históricos adicionales y completa el cuadro dinámico. Es la oportunidad para familiarizar al paciente con lo que se espera de él.

Tercera sesión
En la tercera sesión se hace un intento especial para trabajar con lo aprendido además de las posibles causas. Esta es la ocasión para una entrevista conjunta si es que parece ser lo más útil para acumular información adicional.
A partir de la tercera sesión se afirma que es muy probable que el paciente se sienta peor la próxima vez y que esto puede ser por el miedo a la separación y el abandono. Si esta sesión es diádica debe usarse para anticipar la terminación y trabajar con los problemas de la separación.

Cuarta sesión
Está dedicada a lograr un mayor entendimiento sobre los problemas del paciente, agregando insights e interviniendo de alguna otra manera necesaria. De nuevo habrá una discusión sobre la terminación y reacción a esta.

Quinta sesión
Se inicia preguntando al paciente como pasó la semana anterior, se le pide que repase todo el período de tratamiento. Para facilitar la transferencia positiva se desecha, en la quinta sesión, cierta neutralidad terapéutica, hay que tornarse más humano, hablar sobre nosotros o algún pasatiempo compartido con el fin de disminuir la distancia de la relación doctor- paciente.

Sexta sesión
Un mes después se revisa la calidad de los logros terapéuticos y se hacen los cambios pertinentes. Otra vez hay un intento por dejar al paciente con una transferencia positiva y con un sentimiento de que, si se necesita, yo o cualquier substituto estará disponible para él.

PROCESO TERAPÉUTICO EN LA PSICOTERAPIA BREVE INTENSIVA Y DE URGENCIA

1.    Guiar y controlar la intensidad del proceso terapéutico.
2.    Facilitar la comunicación: un estilo apropiado es esencial
3.    Explicar el proceso terapéutico al final de la sesión inicial en términos sencillos.
4.    Facilitar el aprendizaje: estilo intelectual, conceptual y lingüístico adecuado.
5.    Técnicas proyectivas
6.    La importancia de la educación: en tratamiento de urgencia de reacciones emocionales a enfermedades físicas, haga que el paciente describa el ógano enfermo.
7.    Comunicación entre paciente y terapeuta
8.    Interpretación
9.    Insight
10. Trabando en ello

Guiar y controlar la intensidad del proceso terapéutico.
En gran medida la P.B.I.U  puede ser eficaz por la naturaleza y manera de guiar el proceso terapéutico. Al prolongar el proceso de terapia, se usa el método de la atención selectiva o desatención para enfocar áreas que se consideran importantes, se regula la ansiedad sentida por el paciente. En ocasiones, es necesario abandonar la posición de neutralidad terapéutica para permitir una actitud más relajada entre dos iguales.

Facilitar la comunicación: un estilo apropiado es esencial
Es obligación del terapeuta asegurar que hay un proceso terapéutico, debe hacer posible que el paciente contribuya con su parte a la alianza terapéutica. Para la psicoterapia dinámica significa que el paciente sea capaz de comunicarse. Muchos pacientes no son capaces de tener insight o aprenderlo rápido para utilizarlo en terapia, en este caso se le pide al paciente que nos diga de modo concreto qué es lo que hizo en una situación en particular, y cómo se sintió en diferentes puntos.
A menudo se realizarán preguntas muy específicas para obtener información de qué es lo que está sucediendo dentro del paciente.

Explicar el proceso terapéutico al final de la sesión inicial en términos sencillos
En esencia, se le explica al paciente que su experiencia pasada se ha almacenado como un gran número de imágenes. La neurosis u otras distorsiones patológicas son el resultado de una influencia excesiva de percepciones del pasado sobre la cognición actual.
La misión de la psicoterapia es identificar y entender la naturaleza de la distorsión de la cognición presente por experiencias del pasado y de este modo producir algo parecido a una corrección perceptual y cambio estructural.

Facilitar el aprendizaje
Debe recordarse que la psicoterapia es un proceso de aprendizaje y reaprendizaje y es labor del terapeuta facilitarlo haciéndolo tan concreto, vívido y vistoso como sea posible.

Técnicas proyectivas
En ocasiones se encuentra útil emplear técnicas proyectivas como vehículo de interpretación y comunicación. Por ejemplo, usando láminas del test de Apercepción Temática o manchas de Rorschach se pueden obtener respuestas que indiquen agresión latente. De este modo las técnicas proyectivas pueden usarse para incrementar la disposición psicológica y hacer egodistónico lo que a menudo es egosintónico para él.

La importancia de la educación: en tratamiento de urgencia de reacciones emocionales a enfermedades físicas, haga que el paciente describa el órgano enfermo.
Esto permite al terapeuta observar una demostración concreta de la distorsión de la realidad del paciente. Este enfoque también proporciona una oportunidad para informarle sobre las realidades de su trastorno, lo cual siempre es más fácil de tolerar que las fantasías e ideas irracionales que ha imaginado.

Comunicación entre paciente y terapeuta
Una vez que el paciente comienza a comunicarse el terapeuta se hace una idea de los denominadores comunes entre la conducta presente, la historia pasada y la relación terapéutica. Cuando el terapeuta reconoce los denominadores comunes y cuando la toma de tiempo es correcta, según los criterios técnicos, el terapeuta debe informar al paciente sobre éstos.

Interpretación
La interpretación es el proceso clásico de intervención en la psicoterapia dinámica, sin embargo, no es el único.

Insight
Esta es una experiencia muy semejante a la expresión de conocer súbitamente más que descubrir una respuesta de un crucigrama o una pieza de rompecabezas. La respuesta debe tener fuertes componentes afectivos y no existir sólo como un proceso intelectual.

Trabajando en ello
Puede definirse como la aplicación de los insights aprendidos en una situación a una variedad de situaciones distintas.


Referencia bibliográfica

Bellak, L.. (1986). Manual de psicoterapia breve, intensiva y de urgencia. México, DF: El manual moderno, S.A de C.V.

viernes, 10 de marzo de 2017

Técnicas de terapia familiar

1.    Planificación
Una hipótesis inicial puede ser invalorable instrumento para el terapeuta. Las familias que acuden tienen configuraciones y estructuras diferentes, y como la forma no puede menos que influir sobre la función, reaccionarán frente a los obstáculos según modalidades que les vienen impuestas por su configuración. Esta indicará posibles campos funcionales y posibles eslabones débiles dentro de su ordenamiento estructural.
El terapeuta se forma una idea sobre cierta familia como un todo en una primera inspección de ciertos aspectos básicos de su estructura. A partir de la más simple información recogida en la llamada telefónica en que se convino la primera entrevista, o registrada en la hoja de admisión en una clínica, puede desarrollar algunos supuestos sobre la familia.
La señal más inmediata es la composición de la familia. Ciertas combinaciones son indicativas de ámbitos definidos de investigación. Las configuraciones más comunes en la práctica son las de pas de deux, de tres generaciones, del soporte, del acordeón, de la familia cambiante y de la familia huésped.

  • Familias de pas de deux

Supongamos que la familia se componga de dos personas solamente. El terapeuta puede conjeturar que con probabilidad están muy apegadas. Si se trata de madre e hijo, es posible que éste pase mucho tiempo en compañía de adultos. Acaso esté adelantado en su capacidad verbal.  La madre, si así lo decide, tiene la posibilidad de dar al hijo más atención individual de la que podría si debiera ocuparse de un marido u otros hijos. Otro ejemplo de familia de pas de deux es la pareja anciana cuyos hijos ya han dejado el hogar.
La estructura de dos personas es proclive a una formación de liquen en que los individuos contraen una recíproca dependencia casi simbiótica. . El terapeuta puede investigar las fuentes extrafamiliares de apoyo o de interés a fin de cuestionar la concepción «Somos una isla» de la realidad familiar.
  • Familias de tres generaciones

La familia extensa con varias generaciones que viven en íntima relación es probablemente la configuración familiar más típica en todo el mundo. La configuración de la familia extensa aloja en la multiplicidad de sus generaciones la posibilidad de una especialización funcional. Este tipo de organización requiere de un contexto en que la familia y el medio extrafamiliar se encuentren en armoniosa continuidad. Lo mismo que las demás configuraciones, la familia extensa necesita de un contexto social que complemente sus operaciones. 
Cuando trabajan con familias de tres generaciones, los terapeutas de familia se deben guardar de su tendencia a obrar una separación. Es que se inclinan a deslindar las fronteras de la familia nuclear. Son muchas las formas de familia de tres generaciones, desde la combinación de progenitor soltero, abuelo y niño, hasta la compleja red de vastos sistemas de parentesco que no necesitan estar alojados en un mismo domicilio para ejercer notable influjo.

  • Familias con soporte

En cierta época, lo normal era tener muchos hijos. Se los consideraba un bien de la familia. Cuando las instituciones aumentan de tamaño, es preciso delegar autoridad. Cuando son muchos los niños en un hogar, por lo común uno de ellos, y a veces varios de los mayores, reciben responsabilidades parentales. Como representantes de los padres. 
Existe el peligro potencial de que los niños parentales contraigan síntomas cuando se descargan sobre sus hombros responsabilidades superiores a sus fuerzas o no se les confiere la autoridad que les permitiera ponerlas en práctica.
En la terapia puede ser eficaz emplear técnicas de fijación de fronteras que reorganicen el subsistema parental sin el niño parental, y realizar sesiones con los hermanitos solos, en que la posición de aquél sea reorganizada. O bien, si el subsistema parental ya está recargado, la responsabilidad de brindarle apoyo se puede distribuir de manera más equitativa entre los hermanos.
  • Familias acordeón

En ciertas familias uno de los progenitores permanece alejado por lapsos prolongados. Cuando uno de los cónyuges se ausenta, el que permanece en el lugar tiene que asumir funciones adicionales de cuidado de los niños, ejecutivas y de guía, pues de otro modo quedarían privados.  Las funciones parentales se concentran en una sola persona durante una parte de cada ciclo.
Es posible que estas familias acordeón demanden terapia cuando el progenitor viajero cambia de trabajo y se convierte en figura permanente dentro de la organización familiar.
Como en otras situaciones de transición, la terapia incluirá en ésta maniobras no sólo reestructuradoras, sino educativas. La familia tiene que comprender que, en efecto, forma una familia «nueva». Esta concepción es de aceptación bastante difícil porque las «partes» de la familia han permanecido juntas durante largo tiempo; sólo la configuración de la familia es nueva.
  • Familias cambiantes

Ciertas familias cambian constantemente de domicilio. El terapeuta tiene que tener presente que si la familia pierde su contexto por cambio de domicilio, sus miembros entrarán en crisis y tenderán a funcionar en un nivel más bajo de capacidad que en circunstancias en que se recibe el apoyo del contexto extrafamiliar.
  • Familias huéspedes

Un niño huésped es por definición miembro de una familia temporaria. Los asistentes sociales de los institutos de colocación dejan en claro que la familia huésped no debe apegarse al niño; es preciso evitar una relación padre-hijo. No obstante, estos lazos padre-hijo se crean a menudo, sólo para quebrarse cuando el niño debe mudarse a un nuevo hogar huésped o es devuelto a su familia de origen.
Un problema potencial en esta configuración familiar es que en ocasiones la familia se organiza como si no fuera huésped. El niño es incorporado al sistema familiar. Si la sintomatología es el producto del ingreso del niño en un sistema nuevo, éste funciona como si atravesara una crisis de transición.
  • Familias con padrastro o madrastra

Cuando un padre adoptivo se agrega a la unidad familiar, tiene que pasar por un proceso de integración que puede ser más o menos logrado. El nuevo padre puede no entregarse a la nueva familia con un compromiso pleno, o la unidad originaria puede mantenerlo en una posición periférica. En esta configuración familiar, las crisis son comparables a los problemas que surgen en un organismo familiar reciente; se las debe considerar normales.
  • Familias con un fantasma

La familia que ha sufrido muerte o deserción puede tropezar con problemas para reasignar las tareas del miembro que falta. A veces la familia se colocará en la postura de decir que, si la madre viviera, sabría qué hacer. Apropiarse de las funciones de la madre se convierte entonces en un acto de deslealtad a su memoria.
Los miembros de estas familias pueden vivir sus problemas como la consecuencia de un duelo incompleto.  Desde el punto de vista terapéutico, se trata de una familia en transición. Las configuraciones anteriores estorban el desarrollo de nuevas estructuras.
  • Familias descontroladas

En familias en que uno de sus miembros presenta síntomas en el área del control, el terapeuta supone la existencia de problemas en uno o varios entre determinados campos: la organización jerárquica de la familia, la puesta en práctica de las funciones ejecutivas dentro del subsistema parental y la proximidad entre miembros de la familia.
En esta situación la meta terapéutica consiste en reorganizar la familia de modo que los padres cooperen entre sí y el niño sea rebajado hasta su lugar. La elaboración de una jerarquía clara en que los progenitores tengan el control del subsistema ejecutivo requiere de un aporte terapéutico que influya sobre el holón parental en su totalidad.
  • Familias psicosomáticas


Cuando la queja que motiva la demanda es un problema psicosomático de alguno de los miembros de la familia, la estructura de ésta incluye una excesiva insistencia en los cuidados tiernos. La familia parece funcionar óptimamente cuando alguien está enfermo. Entre las características de estas familias se descubre sobreprotección, fusión o unión excesiva entre los miembros de la familia; la incapacidad para resolver conflictos, enorme preocupación por mantener la paz o evitar los conflictos y una rigidez extrema.
Uno de los problemas con que el terapeuta tropieza en estas familias es justamente su carácter agradable. Sus miembros parecen ansiosos por responder. El terapeuta puede creer que cooperan con él, sólo para sentirse una y otra vez decepcionado por los problemas que le oponen.

La averiguación de la estructura en las primeras interacciones

La información esquemática que se puede recoger en un formulario de admisión o una conversación telefónica evoca la posibilidad de ciertas configuraciones familiares y ámbitos de problemas. Este esquema cognitivo tiene la virtud de ayudar al terapeuta a organizar su contacto inicial con la familia. Pero sólo en la formación del sistema terapéutico se puede reunir la información que apuntale, aclare o refute la hipótesis inicial.

2.    Cambio

La técnica es la vía para alcanzar el cambio, pero lo que le imparte un rumbo es la conceptualización que hace el terapeuta sobre la dinámica de la familia y el proceso de cambio. La eficacia de una técnica determinada no se puede evaluar sin comprender la meta del terapeuta.
El modo en que la teoría dicta técnicas terapéuticas se pone de manifiesto en las tres posiciones sobre terapia de familia: el esquema existencial sustentado por Cari Whitaker, la escuela estratégica cuyos representantes son Jay Haley y Chloe Madanes, y la posición estructuralista:
·         Whitaker considera la familia como un sistema en que todos los miembros tienen la misma significación. Es preciso cambiarlos individualmente a fin de modificar el conjunto. Las sesiones de Whitaker no parecen dirigidas; en efecto, acepta cualquier comunicación de un miembro de la familia y la rastrea.
·         La formulación estratégica, cuyos representantes son Haley y Madanes. En este caso las técnicas apuntan a una meta, a saber, mitigar aspectos disfuncionales específicos de la familia. Es en buena medida responsabilidad del terapeuta verificar el desarrollo y producir una mejoría. La escuela estratégica considera la familia como un sistema complejo, diferenciado en subsistemas que presentan un orden jerárquico.
·         El abordaje estructural considera la familia como un organismo: Un sistema complejo que funciona mal. El terapeuta socava la homeostasis existente, produce crisis que empujan al sistema a elaborar una organización mejor para su funcionamiento.
Las técnicas de la terapia estructural llevan a reorganizar la familia mediante el cuestionamiento de su organización. La expresión cuestionamiento pone de relieve la índole de la lucha dialéctica entre familia y terapeuta dentro del sistema terapéutico.
Existen tres estrategias principales de terapia estructural de familia, cada una de las cuales dispone de un grupo de técnicas. Las tres estrategias son: cuestionar el síntoma, cuestionar la estructura de la familia y cuestionar la realidad familiar.
  • ·         Cuestionamiento del síntoma
Las familias que acuden a la terapia tras una lucha prolongada por lo común han individualizado a uno de sus miembros como la fuente del problema. Pero el terapeuta ingresa en la situación terapéutica con el supuesto de que la familia se equivoca. El problema no reside en el paciente individualizado, sino en ciertas pautas de interacción de la familia.
El terapeuta de tendencia estratégica considera que el síntoma es una solución protectora: el portador de síntoma se sacrifica para defender la homeostasis de la familia.
  • ·         Cuestionamiento de la estructura familiar

La concepción del mundo de los miembros de la familia depende en gran medida de las posiciones que ellos ocupan dentro de diferentes bolones familiares. Cuando el terapeuta se hace copartícipe de la familia, se convierte en miembro participante del sistema que intenta transformar. A medida que vivencia las interacciones de la familia, se forma un diagnóstico vivencial de su funcionamiento.
  • ·         Cuestionamiento de la realidad familiar

Los pacientes acuden a la terapia por ser inviable la realidad que ellos mismos han construido. Por lo tanto, todas las variedades de terapia se basan en el cuestionamiento de esos constructos.
·         
   La terapia psicodinámica presupone que la realidad consciente de estas personas es demasiado estrecha; hay un mundo inconsciente que deben explorar.
·  La terapia conductista entiende que en ciertos aspectos no han aprendido cómo desempeñarse correctamente en sus contextos.
·     La terapia de familia parte del supuesto de que las pautas de interacción obedecen a la realidad tal como es vivenciada y contienen esta modalidad de experiencia.
El terapeuta toma los datos que la familia le ofrece y los reorganiza. La realidad conflictiva y estereotipada de la familia recibe un encuadramiento nuevo.

3.    Reencuadramiento


Los seres humanos son narradores de cuentos, hacedores de mitos, encuadradores de realidades. Las familias poseen un cuadro dinámico que se ha formado en su historia y que encuadra su identidad de organismo social. Cuando acuden a la terapia, traen consigo esta geografía de su vida en la definición que le dan. Han hecho su propia evaluación de sus problemas, la de sus lados fuertes y de sus posibilidades. Demandan al terapeuta ayuda para esa realidad que han encuadrado.
La terapia parte, en consecuencia, del choque entre dos encuadres de la realidad. El de la familia es pertinente para la continuidad y el mantenimiento de ese organismo en condiciones más o menos estables; el encuadre terapéutico atiende al objetivo de hacer que la familia avance hacia un manejo más diferenciado y eficiente de su realidad disfuncional.
El terapeuta inicia su encuadramiento tomando en cuenta lo que la familia considera importante. Pero ya el modo en que recoge información dentro del contexto de la familia encuadra lo recogido de manera diversa. Entonces la tarea del terapeuta es convencer a los miembros de la familia de que el mapa de la realidad por ellos trazado se puede ampliar o modificar.

4.    Escenificación

En terapia de familia, la de Yeats se acepta como una pregunta retórica: no podemos distinguir el danzarín de la danza. La persona es su danza. El sí-mismo interior se entreteje de manera inseparable con el contexto social: forman una unidad. Ahora bien, los miembros de la familia dejan de bailar cuando entran en la sesión y tratan de exponer, comentar y explicar al terapeuta cómo son en casa la música y la danza.
Cuando los miembros de la familia escenifican una interacción, las reglas habituales que gobiernan su conducta se imponen con una intensidad afectiva semejante a la manifestada en las interacciones corrientes en el hogar.
La escenificación es la técnica por la cual el terapeuta pide a la familia que dance en su presencia. Así construye una secuencia interpersonal en la sesión, en que se ponen en escena interacciones disfuncionales entre los miembros de la familia. Esta escenificación se produce en el contexto de la sesión, en el presente y en relación con el terapeuta.
Cuando la familia acude a la terapia, suele haber acuerdo sobre quién es el paciente, cuál es el problema y cómo éste afecta a los demás.
Cuando los miembros de la familia escenifican una interacción, las reglas habituales que gobiernan su conducta se imponen con una intensidad afectiva semejante a la manifestada en las interacciones corrientes en el hogar.
La familia ha encuadrado el problema y las interacciones relacionadas con éste como la realidad pertinente para la terapia. La tarea del terapeuta es llegar a obtener información que los miembros de la familia no consideran pertinente; y, más difícil todavía, obtener la información de que aquéllos no disponen.
En el momento mismo en que la familia escenifica su realidad dentro del contexto terapéutico, se produce un cuestionamiento de esta realidad determinada. Las familias se presentan a sí mismas como un sistema donde hay un paciente individualizado y un conjunto de personas que lo remedian o asisten.
Aunque la escenificación se produce en relación con el terapeuta, también puede facilitar el desapego de éste. Las familias poseen una notable capacidad para absorber al terapeuta de suerte que funcione con arreglo a las reglas de la familia.

5.    Enfoque

Enfoque es un término tomado del mundo de la fotografía, donde representó una importante revolución técnica. Las primeras cámaras fotográficas sólo tenían un agujero muy pequeño. Lo destacado por el fotógrafo venía determinado por su posición. Si estaba frente a un árbol, éste dominaba la imagen, no importa cuán grande la personalidad que permanecía de pie junto a él. La invención de las lentes modificó todo esto. El fotógrafo podía enfocar una persona, determinada flor de un bouquet y hasta un solo pétalo. La relación de la figura con el fondo se pudo fijar por el simple recurso de practicar acomodamiento. El fotógrafo podía encuadrar de esa manera el universo que deseaba registrar.
En la terapia de familia el enfoque se puede comparar con la realización de un montaje fotográfico.
Cuando observa a una familia, el clínico es inundado por los datos. Es preciso deslindar fronteras, poner de relieve los lados fuertes, señalar problemas, investigar funciones complementarias. El terapeuta seleccionará y organizará estos datos dentro de un esquema que les confiera sentido. Pero esta organización debe ser al propio tiempo un esquema terapéutico que promueva el cambio.
En la sesión escogerá ciertos elementos de la interacción de esta familia y organizará el material de manera que guarde armonía con su estrategia terapéutica. El esquema del terapeuta incluye tanto una meta estructural como una estrategia para lograr esa meta.
El terapeuta tiene que saber también que el enfoque lo hace vulnerable a los peligros de la absorción. Cuando se acomoda a la familia y selecciona datos, puede verse inducido a elegir precisamente aquellos que a la familia le resulta cómodo presentar. El oficio del terapeuta es asistir al cambio familiar, no hacer que ellos se sientan cómodos.

6.    Intensidad

Los miembros de la familia tienen una sensibilidad auditiva discriminatoria, que presenta campos de sordera selectiva regulados por su historia común.
Por ello, el mensaje del terapeuta puede no ser registrado o puede perder penetración. El terapeuta necesita hacer que la familia «oiga», y esto exige que su mensaje supere el umbral de sordera de la familia.
Las familias difieren unas de otras en el grado en que exigen lealtad a la realidad familiar, y por fuerza la intensidad de mensaje del terapeuta habrá de variar según sea lo que cuestione.
Las características del terapeuta son una variable importante en la producción de intensidad. Ciertos terapeutas son capaces de suscitar un drama intenso con intervenciones muy suaves, mientras que otros, para lograr esa intensidad, tienen que recurrir a un alto grado de participación. También las familias presentan diferentes modalidades de respuesta al mensaje del terapeuta. Las familias ya proclives al cambio pueden aceptar la alternativa del terapeuta como un apoyo que los empuja en la dirección hacia la cual de algún modo querían marchar.
Las construcciones cognitivas por sí mismas rara vez tienen el poder suficiente para provocar el cambio familiar. No obstante, los terapeutas con frecuencia consideran que un mensaje se recibió por el solo hecho de haberlo enviado.
Una vez que el terapeuta ha observado las interacciones de la familia y aprendido sus pautas habituales, la meta es hacer que la familia experimente la modalidad de su interacción; esto será el comienzo de un proceso que llevará al cambio. El problema es cómo hacer para que la familia «oiga» el mensaje.
  • ·         Repetición del mensaje

El terapeuta repite su mensaje muchas veces en el curso de la terapia. Es una técnica importante para el incremento de la intensidad. La repetición puede recaer tanto sobre el contenido como sobre la estructura.
·         Repetición de interacciones isomórficas
Otra variedad de repetición incluye mensajes que en la superficie parecen diversos a diferencia del monótono pero que son idénticos en un nivel más profundo. Aunque su contenido es diferente, están dirigidos a interacciones isomórficas dentro de estructura familiar.
El cuestionamiento; de estas estructuras [morfos] equivalentes [iso] produce intensidad por la repetición de mensajes dentro de un proceso. Esta intervención puede enfocar interacciones que interesan a la terapia y reunir sucesos en apariencia desconectados en un significado orgánico único, con lo cual se acrecienta la experiencia que los miembros de la familia tienen de la regla familiar constreñidora.
  • ·         Cambio de la distancia

Los miembros de la familia elaboran en el curso de su vida el sentimiento de la distancia «adecuada» que deben mantener entre sí. La utilización del espacio del consultorio es un instrumento significativo para la emisión del mensaje terapéutico. Si el terapeuta habla con un niño pequeño, éste oirá y comprenderá mejor si aquél disminuye su talla y se aproxima físicamente, de preferencia si lo toca.
  • ·         Resistencia a la presión de la familia

En ocasiones, «no hacer» puede producir intensidad en la terapia. Esto es verdadero sobre todo cuando el terapeuta no hace lo que el sistema familiar «desea que haga».
De manera necesaria e inadvertida los terapeutas son absorbidos en el sistema familiar en su condición de miembros del sistema terapéutico. En ocasiones esta absorción contribuye a mantener una homeostasis familiar disfuncional. Con su resistencia a ser absorbido por el sistema, el terapeuta introduce intensidad en  la terapia.

7. Reestructuración

Señalan Peter Berger y Thomas Luckmann: «Toda actividad humana está sujeta a la habitualización. Cualquier acción que se repite con frecuencia se fija en una pauta que después se puede reproducir con economía de esfuerzo y que el ejecutor percibe de manera inmediata como tal (...) "Empecemos de nuevo" se convierte ahora en "Así es como se hacen estas cosas"». Sin un sólido sentimiento de que es así como se hacen las cosas, el individuo no puede tener la seguridad que le permita investigar y crecer.

La terapia es un proceso en que se cuestiona el «así se hacen las cosas». Y un objetivo importante de ese cuestionamiento son los subsistemas familiares porque constituyen el contexto donde se elaboran la complejidad y la competencia.
Puesto que la terapia supone un cuestionamiento de la estructura familiar, es preciso que el terapeuta comprenda el desarrollo normal de las familias y el poder que las reglas de los holones ejercen sobre el íntegro desarrollo de los miembros de la familia.

8. Fronteras

Las técnicas de fijación de fronteras regulan la permeabilidad de las que separan a los holones entre sí. He aquí el concepto rector: participar en el contexto específico de un holón específico requiere respuestas específicas para ese contexto. Las personas funcionan siempre con una parte solamente de su repertorio. Es posible actualizar alternativas potenciales si el individuo empieza a actuar en otro subsistema o si cambia la índole de su participación en un subsistema determinado. Las técnicas de fijación de fronteras pueden apuntar a la distancia psicológica entre los miembros de la familia y a la duración de la interacción dentro de un holón significativo.
  • ·         Distancia psicológica

En muchos casos la distribución con que los miembros de la familia toman asiento en la sesión es un indicador de las alianzas entre ellos. Pero es un indicador débil que el terapeuta sólo debe aceptar como una primera impresión que es preciso investigar, corroborar o desechar. Cuando habla uno de los miembros de la familia, el terapeuta observará quién lo interrumpe o completa la información, quién proporciona confirmación y quién ayuda.
El terapeuta puede crear subsistemas encargados de tareas diferentes.
El terapeuta puede utilizar también maniobras espaciales concretas para cambiar la proximidad entre los miembros de la familia. Los movimientos en el espacio se reconocen universalmente como representantes de sucesos psicológicos o de interacciones afectivas entre las personas.
  • ·         Duración de la interacción

Extender o alargar un proceso, que es un modo de incrementar su intensidad, puede ser también un recurso para demarcar subsistemas o separarlos. En estas situaciones el contenido de la interacción importa menos que el hecho de que ella se produzca.

Las técnicas de fijación de fronteras se aprenden con facilidad y pueden ser utilizadas con eficacia aun por terapeutas que no posean una estructura teórica que les permita ordenar e integrar los fenómenos que observan o producen. Pero en estos casos, la fijación de fronteras, aunque se la realice con elegancia, no será más que un fenómeno aislado. Lo que interesa en la demarcación no es la posibilidad de lograrla, sino que se la procure por alguna razón. Si el terapeuta sabe hacia dónde avanza, encontrará el vehículo.

9. Complementariedad

El conflicto entre el concepto del yo como unidad y el yo como parte de un todo, hay complementariedad de opuestos. El conflicto entre la idea del individuo como sí-mismo y del individuo como parte del todo es fruto de una división innecesaria.
Una de las metas en terapia de familia es ayudar a los miembros de ésta a que vivencien su pertenencia a una entidad que rebasa el sí- mismo individual. Esta operación, lo mismo que la técnica de desequilibramiento, apunta a modificar la relación jerárquica entre los miembros de la familia, con la diferencia de que esta vez se cuestiona la idea íntegra de jerarquía. Si los miembros de la familia son capaces de encuadrar su experiencia de manera que abarque lapsos mayores, percibirán la realidad de un modo nuevo. Cobrarán relieve entonces las pautas del organismo total y se advertirá que la libertad de las partes es interdependiente.
Para promover este modo diferente de conocimiento, el terapeuta tiene que cuestionar la epistemología habitual de los miembros de la familia en tres aspectos. En primer lugar, cuestionará el problema: la certidumbre de la familia de que existe un paciente individualizado. En segundo lugar, cuestionará la idea lineal de que un miembro de la familia controla al sistema, cuando en verdad cada uno de los miembros sirve de contexto a los demás. En tercer lugar, cuestionará el modo en que la familia recorta los sucesos; para ello introducirá un marco temporal más amplio que enseñe a los miembros de la familia a considerar su conducta como parte de un todo más vasto.
  • Cuestionamientos del problema

El primer cuestionamiento del terapeuta a la certidumbre de que existiría un paciente individualizado, con independencia del contexto, puede ser simple y directo.
La terapia parte del consenso, compartido por los miembros de la familia y el terapeuta, de que algo anda mal. La familia está en terapia porque su modo de ser ha resultado insuficiente y sus miembros desean buscar alternativas. Pero, adheridos como están a sus verdades habituales, ofrecerán resistencia a las alternativas aun en el mismo momento en que las buscan. El terapeuta, que ocupa la posición jerárquica del perito, puede, con una simple declaración (por ejemplo: «Veo en la familia factores que contradicen su opinión de que el enfermo sería usted»), arrojar una luz diferente sobre la experiencia compartida de que un individuo es el problema. La respuesta de la familia y del propio paciente individualizado puede consistir en reafirmar la realidad que sustentan: «Él es el paciente».
  • Cuestionamiento del control lineal

El terapeuta cuestiona la idea de que un solo miembro puede controlar el sistema familiar. Más bien cada persona es el contexto de las demás.
Existe una técnica genérica para apuntalar el concepto de reciprocidad: el terapeuta expone la conducta de un miembro de la familia y atribuye a otro la responsabilidad de esa conducta. En esta técnica, el terapeuta se alía de hecho con la persona a quien parece atacar. El miembro de la familia cuya conducta se expone como disfuncional no hace resistencia a esa exposición por el hecho de que la responsabilidad se atribuye a otro. Esta misma técnica se puede utilizar para señalar una mejoría.
  • Cuestionamiento del modo de recolectar los sucesos

El terapeuta cuestiona la epistemología de la familia introduciendo el concepto de un tiempo ampliado y encuadrando la conducta individual como parte de un todo más vasto. En las familias, un individuo puede modificar su conducta por un tiempo sin afectar el organismo como un todo.
El psicoanálisis tradicional, que cuestiona la idea del carácter voluntario de la conducta, promueve la ilusión de un contexto interiorizado. La terapia de familia, que introduce al sí-mismo como un subsistema, abre la perspectiva para ver al individuo como parte de un organismo mayor. Las técnicas que consisten en introducir un esquema más amplio son en general de índole cognitiva.

10. Paradojas

Las familias con hijos sintomáticos suelen presentar al terapeuta una demanda contradictoria: piden que el síntoma se modifique, pero sin cambiar su sistema. El terapeuta enfrentará esta contradicción por medio de una serie de enérgicas redefiniciones que conectarán el síntoma con el sistema de tal manera que resulte imposible modificar el uno sin hacerlo con el otro. Con este método el terapeuta define el problema terapéutico. No se trata sólo de eliminar el síntoma, sino que lo decisivo es saber qué ocurrirá cuando se lo elimine.
Uno de los rasgos que singularizan nuestro trabajo es el empleo diferencial y alternado de las paradojas y otros tipos de intervención. La experiencia ha demostrado que las paradojas ni son siempre necesarias, ni siempre deseables. Nuestro criterio para su empleo se basa en la evaluación que hacemos del grado de resistencia al cambio en la parte del sistema que el síntoma regula. Ponemos a prueba esta resistencia por vía de ensayos; si se descubre sensibilidad a las intervenciones directas, no habrá necesidad de recurrir a las paradojas.
Las intervenciones se pueden clasificar como directas o basadas en la aceptación, por el hecho de que el terapeuta espera que la familia las acepte; y como paradójicas y basadas en el desafío, por el hecho de que el terapeuta espera que la familia las desafíe.
  • ·         Intervenciones directas, basadas en la aceptación

Por intervenciones directas se entienden consejos, explicaciones, sugerencias, interpretaciones y tareas, que están destinadas a que se las tome literalmente y a que se las respete como se las prescribió. Su objetivo es modificar de manera directa las reglas o los roles de la familia.
Las intervenciones directas se hacen con la expectativa de que se las respetará y en consecuencia su empleo es indicado cuando se cree que la familia responderá a ellas.
  • ·         Intervenciones paradójicas, basadas en el desafío

 Es paradójica la intervención que, obedecida, tendrá por consecuencia lo opuesto de lo que parece pretender. Su éxito depende de que la familia desafíe las instrucciones del terapeuta u obedezca a ellas hasta un grado tan absurdo que se vea obligada a retroceder. 

Las tres principales técnicas utilizadas para idear y aplicar una paradoja sistémica son la redefinición, la prescripción y la restricción.

La redefinicíón se propone modificar el modo en que la familia percibe el problema. Re-definido el síntoma, deja de ser un elemento ajeno al sistema para convertirse en parte esencial de él.
Una vez definido de manera positiva, se prescribirá como conclusión inevitable de la lógica de la propia familia aquel mismo ciclo de interacción que es el que produce el síntoma. Para prescribir este ciclo, es prerrequisito un conocimiento preciso de la relación entre el síntoma y el sistema y el modo en que se activan entre sí.
  • ·         Inversiones, basadas en la aceptación y el desafío

En la inversión, el terapeuta imparte directivas a un miembro de la familia para que invierta su actitud o su conducta en un aspecto decisivo, con la esperanza de provocar de ese modo una respuesta paradójica en otro miembro de la familia.
Las inversiones son útiles cuando uno de los miembros tiene una actitud de cooperación y seguirá el consejo directo, mientras otro de los miembros ofrece resistencia. Las inversiones se pueden utilizar con eficacia para ayudar a los padres de hijos rebeldes. Se pueden obtener en breve lapso resultados notables si los padres están dispuestos a aplicar las instrucciones del terapeuta.
  • ·         El grupo de consulta como coro griego

Otro rasgo que singulariza nuestro trabajo es el empleo de un grupo de consulta como refuerzo de las intervenciones del terapeuta. Este grupo se compone de colegas que se turnan observándose del otro lado de un falso espejo. Este grupo actúa como un coro griego: hace comentarios en el momento sobre la interacción entre la familia y el terapeuta.
Los mensajes se formulan en colaboración con el terapeuta, quien tiene la última palabra sobre su contenido y decide la posición que adoptará frente a ellos.
El grupo será presentado a la familia de manera de investirlo de la máxima autoridad posible. El grupo permanecerá distante, como un ojo invisible, una voz anónima, lo que le confiere el sello de la objetividad. Consignará los usos posibles del grupo, no obstante creer que sólo hemos empezado a descubrir sus posibilidades.
  • ·         Fidelidad a la paradoja sistémica

Después de formulada y pronunciada la paradoja sistémica, se presenta la difícil tarea de mantenerse fiel a ella. Lo más probable es que en la sesión siguiente la familia no mencione el mensaje.
Sus miembros recurrirán a diversos e ingeniosos métodos para tratar de eliminarlo, desde ignorarlo, olvidarlo, desecharlo, contradecirlo, hasta presentarse con una crisis nueva que nada tiene que ver con el problema originado. El paso siguiente exige que el terapeuta persista sin desmayo en su definición circular del problema c introduzca una y otra vez la conducta de la familia en el nuevo marco. Para ello tiene que estar conducido de que su percepción es correcta. La falta de convicción suele estorbar a los principiantes la emisión de un mensaje paradójico.  

Referencia bibliográfica
Minuchin, S. & Fishman, H. C.. (2004). Técnicas de terapia familiar. Buenos Aires, Argentina: Paidós.